miércoles, 17 de febrero de 2010

Ser o no ser. Ésa es la cuestión. 2

14. Cuando tenemos las sensaciones de verde y rojo las distinguimos inmediatamente en cuanto sensaciones diferentes dentro de nuestro campo visual, aunque el problema de atribuirlas a una realidad sea otro más complicado. Y toda identificación o distinción implica sucesos distintos que comparamos. Por ejemplo, distinguiendo el color rojo de la fresa del verde de las hojas dentro de una imagen y en la comparación de imágenes diferentes de fresas, pimientos o rosas. Del mismo modo, el que afirma algo asume poder identificarlo en circunstancias distintas y diferenciarlo de todo lo demás, como identificamos las fresas como similares en distintos lugares y ocasiones o las diferenciamos de los pimientos o las rosas. Y por ese motivo en el relato de todo hecho acerca de la realidad se asume el doble compromiso de que sea coherente y de que tenga, al menos, el aspecto de que habla de algo determinado y diferenciable de lo demás.

Todos los que hacen una afirmación, incluso los que se dicen en contacto con seres o "fuerzas" fuera de la naturaleza tal como la entendemos, tratan de que su relato sea coherente y creen que puede ser probado. Verían como un grave inconveniente haber dado dos o más versiones incompatibles de un mismo hecho o no poder demostrar que algo ocurre como efecto de lo que pretenden conocer. Y por eso mismo colocan sus afirmaciones inevitablemente bajo el escrutinio del método del conocimiento, con el requisito de coherencia lógica interna y de coherencia con los datos empíricos. Por ejemplo, un profeta puede anunciar guerras o la paz, o una sequía o un clima benigno, como prueba. De hecho, todos los que intentan acreditar sus afirmaciones lo hacen ya que nadie cree espontáneamente que se pueda admitir una afirmación sin pruebas, y menos una afirmación extraordinaria sin pruebas extraordinarias. Nadie cree algo como "aquí hay unas fresas" sin los datos que se observarían de haber una fresas donde se indica. Ni tampoco, si sólo sabemos que hay algo rojo y verde pues puede tratarse de pimientos o de una rosa roja con su tallo. Así que los profetas, al igual que los que hacen predicciones científicas, tratan de afirmar que se darán hechos determinados e innegables porque saben que, de otro modo, las afirmaciones no resultan convincentes. No se puede pronosticar que algún día lloverá o que alguna vez en algún sitio habrá una guerra sino dentro de unos límites fijados de manera suficiente, o al menos, si se pretende que es la consecuencia de un modelo natural o sobrenatural. Una afirmación sin efectos definidos no es prueba de nada porque es compatible con una afirmación y su contraria; afirmar que lloverá porque se da X es no decir nada con información porque en algún lugar o momento lloverá, se deba a lo que se deba. Lo extraordinario sería que lloviera algo extraordinario o en una circunstancia extraordinaria. Y eso es lo que todo profeta quiere predecir.


15. Así que el modelo de verificación es claro: sólo sirve de prueba para un hecho determinado aquello que no se daría y de una manera especificada si no se diera ese hecho. Si alguien hace una predicción como prueba, no cuenta a su favor el tipo de sucesos que se darían en cualquier caso. Si un meteorólogo predice frío en invierno cuando suele hacerlo, si un profeta pronostica que lloverá donde suele llover o si un curandero afirma que puede curar enfermedades que se curan espontáneamente dice algo que puede suceder aunque no se deba a lo que él cree. Por lo tanto, la prueba de su afirmación no es que se den los hechos que se seguirían de que la afirmación fuera verdadera sino que se den los que no se darían si fuera falsa. Podemos esperar que llueva con cierta probabilidad en ausencia de una causa, o podemos esperar que salga la mitad de caras en las tiradas de una moneda equilibrada, o que haya una determinada probabilidad de curación espontánea de una enfermedad. Por tanto, predecir con éxito la lluvia consiste en hacerlo con más exactitud que si sólo se conoce la media histórica, predecir las próximas tiradas consiste en acertar más que al azar, y conseguir curaciones debidas a una causa, en superar significativamente la probabilidad de curación espontánea. Y por eso sería todo un éxito predecir lluvia en un periodo seco, acertar que va a salir una secuencia improbable de caras y cruces o superar significativamente la media de curaciones y, sobre todo, si ésta es muy baja.

En una investigación científica se trata de establecer situaciones o elementos de control en que no se da un factor en estudio y se los toma como referencia frente a situaciones o elementos de prueba a los que se aplica un cierto diseño experimental acerca de ese factor. Se supone que el efecto del factor causal estudiado es un tipo de hechos que también puede darse de manera espontánea, no debida al factor, con una determinada probabilidad. Es decir, en caso de que la hipótesis de que lo que estudiamos es un factor causal relevante sea falsa o independientemente de que sea verdadera. Por ejemplo, una moneda tiene una probabilidad 1/2 de salir cara y todas las caras obtenidas en una secuencia de tiradas no cuentan a favor de quien dice que las puede predecir, o producir. Sólo las que no se darían si la hipótesis fuera falsa. Si la hipótesis es falsa, se dará la mitad de caras, no más, pero si se observa que se predice con acierto más de la mitad de las tiradas o si el resultado de salidas es significativamente mayor que la mitad, podemos creer que hay un factor causal, aunque no entendamos ni cuál es ni cómo opera. Nos basta saber que la probabilidad de acierto o de ocurrencia ha sido mayor que si no se diera tal factor.
































incompleto...

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