domingo, 8 de marzo de 2009

Respuestas 2. RAZONES CONTRA EL RELATIVISMO MORAL

VIOLAR LA LEY DE LA IGUALDAD INTERPERSONAL.


Bien, si tenemos ese sentido primitivo de la igualdad, ¿por qué lo violamos tantas veces? ¿Por qué tantas veces violamos la ley 1 es igual a 1? Cuidado aquí: esa ley se viola, pero, socialmente, no se deroga jamás: se restablece con la ley de la reciprocidad. Si yo te sojuzgo, estoy violando la ley de la igualdad; pero si tú me respondes, entonces es porque esa ley sigue en vigor. Así es: te doy, me das; te doy, me das… Si no reaccionáramos ante la agresión o la ofensa con natural indignación, pudiera ser que no nos revolviésemos ante ella, que nos encogiéramos sin más. Pero no es así. La ley de igualdad interpersonal se viola infinidad de veces, pero no más que las que se intenta restablecer. Atentar contra la ley no es lo mismo que derogarla. El que agrede primero quizá intente derogarla a su favor, pero no podrá si el otro le devuelve la agresión. Lo que aprendemos es la ley de la igualdad social: yo reacciono ofendido contra la ofensa e injusticia; el otro, también.



6.1. Hay algo que parece contradictorio a primera vista: si "tenemos ese sentido primitivo de la igualdad, ¿por qué lo violamos tantas veces?". Es una afirmación de usted que hago mía pues la pregunta a la que responde el relativismo es la de si existen normas universales de conducta y de valoración de las conductas. Y la respuesta del relativismo es negativa. Si tenemos una norma de conducta basada en la igualdad y la justicia pero nos comportamos contra la igualdad y la justicia, tenemos y no tenemos la misma cosa.

6.2. La precisión necesaria es que podemos admitir que existe una norma externa sobre la igualdad y la justicia y tener una norma interna contraria. Pero si la norma de conducta existe lo es como norma de alguien, individuo o colectivo, y está claro que al menos uno -ya que sabemos que hay violaciones de la norma- no la sigue. Por lo tanto no será norma de todos absolutamente, es decir, norma universal. Podrá ser de uno, de muchos o de todos por accidente, tal como en un estanque todos los cismes pueden ser blancos, pero no ser una norma universal por esencia de cada individuo.

6.3. Lo esencial de toda norma es que lo es de alguien. Caeríamos en disputas sobre los universales o las ideas platónicas si admitiéramos que existe algo que no está en lo particular. Siempre es un problema afirmar que las leyes naturales sean universales si lo que existe son seres particulares y a lo máximo que podemos llegar es a reconocer que todos los seres que conocemos son idénticos en su comportamiento, pero nunca a garantizar que no haya excepciones o un conjunto igual de numeroso o más en el que las leyes naturales sean otras.



LA LEY DE RECIPROCIDAD.


De todas las épocas tenemos constancia de que el sojuzgado siempre ha intentado restablecer el equilibrio. Tenemos, hoy, el ejemplo dramático del conflicto eterno entre israelíes y palestinos. Éstos son muy inferiores en poder armamentístico, pero no aceptan la situación, no se resignan a su suerte de reprimidos. También está documentado cómo nuestro pasado remoto fue cruel y sanguinario en grado escalofriante. El instinto de igualdad radical-social siempre ha estado presente en el ser humano.

En ocasiones, el poder de una de las partes es tan abrumador y terrible que la resistencia del oprimido se agota, aunque no siempre. Noam Chomsky nos cuenta cómo en ciertas partes de oriente medio hay personas muy valientes que siguen su lucha incluso después de haber sido torturadas casi hasta la muerte.



7.1. Yo no estaría tan seguro de que lo que intenta el sojuzgado es restablecer el equilibrio en vez de sojuzgar al otro y permanecer en esa situación. El sojuzgado nota que se le hace un mal, pero ni necesariamente conoce si se hace un mal a otros ni eso es necesariamente lo que le mueve ni va a limitar necesariamente su acción a volver a una situación de justicia y libertad.

7.2. Tomaré su ejemplo de israelíes y palestinos, aunque no crea que es especialmente adecuado. Los palestinos no aceptan la situación y combaten contra los israelies, pero su sentido no parece de justicia si celebraron la invasión de Kuwait por Saddam Hussein. Tampoco fueron especialmente leales con los jordanos, asunto que dio lugar al llamado Setiembre negro, ni con los libaneses, a los que hicieron víctimas de sus guerras.

7.3. Tampoco Noam Chomsky me parece la persona indicada para hablar de justicia, pero eso sí se sale del tema y lo dejo ahí.



SOMOS MORALES E INMORALES, PERO NO AMORALES.


Si, precisamente, tenemos un sentido de la justicia en parte innato y en parte aprendido, es porque a menudo atentamos contra la justicia, contra la igualdad esencial del otro. Si fuésemos criaturas sin necesidades (y debilidades), no nos apropiaríamos de lo que no es nuestro. Pero nuestras necesidades nos hacen débiles. Por eso mismo hemos desarrollado el sentido moral. Una deidad sin necesidades no puede ser moral o inmoral, porque no tendrá motivos para apropiarse de lo que no es suyo.


Cuando el relativista dice que no existe un sentido de la justicia universal, habida cuenta de la extensión del delito, hay que pedirle que piense qué necesidad tendríamos de moralidad si jamás delinquiésemos por carecer divinamente de necesidades. La comisión del delito no es prueba de ausencia de moral (amoralidad), sino su condición necesaria. La ausencia de moralidad no vendría determinada por la presencia de delito: vendría determinada por la ausencia de su persecución. Somos seres morales porque perseguimos el delito para restablecer el orden social perdido.


Como especie, somos inmorales (ojo, pero no amorales) y morales al mismo tiempo. Son caras de la misma moneda. Inmorales porque atentamos contra la ley de la igualdad. Morales porque la restablecemos mediante la ley de reciprocidad.



8.1. Insisto: si "a menudo atentamos contra la justicia, contra la igualdad esencial del otro" difícilmente la justicia y la igualdad esencial son normas universales de conducta. Más bien parece lo contrario.

8.2. Estoy de acuerdo en que el conflicto por recursos limitados o espacio limitado es causa de la agresión. Luchamos por la competencia, sobre todo si la lucha implica el riesgo de ser agredido o de ser dañado por aquél a quien agredimos. La lucha existe y tiene riesgos y eso debería ser prueba suficiente para demostrar que la agresión tiene un beneficio en términos de supervivencia y que la supervivencia hace de la agresión y, por lo tanto, de la violación de la justicia y la igualdad esencial, es norma de conducta, contra la hipótesis de que la justicia es norma universal.

8.3. Pero si existe la agresión y reporta un beneficio, un mismo proceso produce un mal para uno y un bien para otro y lo que el uno busca es lo que el otro rechaza (recordemos 1.1). Por lo tanto, el mismo proceso va a ser valorado de formas opuestas por cada uno de los implicados. Luego tenemos el relativismo como explicación única.

8.4. Reconocer que somos morales e inmorales, que agredimos y que colaboramos, es ir por el camino de una verdadera comprensión de la naturaleza moral humana. El estudio del comportamiento de todas las especies, no sólo la humana, permite explicar que la agresión sería ventajosa como estrategia evolutiva (vinculada a genes para este comportamiento agresivo) para quienes la practican si estos constituyen un porcentaje pequeño de la población, por lo que su porcentaje aumentaría. Pero al aumentar es mayor la probabilidad de agredir a un individuo con los mismos genes o ser agredido por él. Por otra parte, los comportamientos que limiten la agresión o los de cooperación serán ventajosos, por lo que aumentarán en frecuencia hasta verse claramente perjudicados por los agresivos, que resultarán más competitivos al ser escasos y enfrentarse a individuos incapaces de agredir o predispuestos a colaborar. Se llega así a un equilibrio necesario entre agresión y pacificación, entre egoismo y colaboración.

8.5. Del mismo modo, en la evolución cultural de los grupos sociales, los grupos cooperativos son más eficaces y tienden a aumentar. Pero quedan expuestos al ataque de grupos agresivos. Sin embargo, los grupos agresivos se destruyen entre sí dejando una oportunidad para los cooperativos y esto lleva a un equilibrio variable entre cooperación y agresión que jamás se puede resolver a favor de ninguna de las alternativas, excluyendo a la otra. Mal y bien están necesariamente unidos.






No hay comentarios: