martes, 10 de marzo de 2009

Respuestas 4. RAZONES CONTRA EL RELATIVISMO MORAL

EL CUERPO COMO FUENTE DE SIGNIFICADOS.


En mi opinión, al relativista le pasa como a los enfermos abúlicos que investiga Antonio Damasio. Éstos tienen dificultades tremendas para tomar decisiones cotidianas, por poco trascendentes que sean. Como ninguna opción en concreto les “apetece” más que el resto, se eternizan en deliberaciones circulares. Al relativista moral le ocurre algo parecido: no puede anclar los significados de nada en nada. Si alguien dice: “la felicidad es buena”, enseguida saldrá a relucir la cantinela de siempre: “la felicidad no es ni buena ni mala. Lo bueno o lo malo son juicios de valor y, por tanto, relativos al sujeto.” Y esto imposibilita, lógicamente, llegar a nada. Cualquier persona de este mundo que no esté influida por la filosofía relativista o por un trastorno cerebral (emocional), no necesitará muchas cavilaciones para responder a la pregunta: “¿Por qué considera buena la felicidad?” Simplemente diría algo así: “Toma ya, pues porque es evidente, me lo dice mi cuerpo.” El anclaje del significado de felicidad no se podrá encontrar sino en el mismo cuerpo. Referente absoluto para pensar la felicidad o su ausencia, lo justo o lo injusto. (Y cuidado, que al hablar de felicidad y cuerpo no estoy identificando felicidad y hedonismo).




12.1. No hay duda de que las palabras son una fuente inagotable de disputas vacías por nuestra tendencia a llamar a las cosas como queremos sin tener en cuenta los sentidos comunmente aceptados, por referirnos sólo a parte de lo denotado por ellas sin tener en cuenta los detalles o por mera incapacidad del hablante. En el caso del relativismo se producen estas situaciones y con el relativismo moral ocurre como con la Teoría de la relatividad de Einstein: que cualquiera cree que entiende algo con decir que "todo es relativo".

Un caso muy célebre es el de la disputa medieval de los universales, en la que los realistas serían idealistas en nuestro lenguaje filosófico actual pues defendían la realidad de los universales, frente a los nominalistas, que decían que el universal es un mero nombre.

Relativismo moral es, como parece claro, que los valores morales y los juicios morales son de cada individuo tal como lo es cualquier juicio de apreciación. "Las manzanas son buenas" sólo significa "a X le gustan las manzanas". Insistiré más adelante en este tema ya que usted lo trae allí, pero adelantaré en seguida mi opinión. Relativismo moral no es, por lo tanto, indiferentismo, es decir, que a la misma persona le parezca idéntico el bien o el mal, sino que a diferentes personas les puede parecer de distinta manera el mismo hecho: bien a unos, mal a otros, sobre todo por los motivos que expliqué en párrafos anteriores.

12.2. Si decimos que existe un mundo diferente de un yo -de mi yo obviamente- y no somos solipsistas es porque creemos que existe un mundo independiente de nosotros y que podemos conocerlo. Pero el realismo ingenuo cree tanto en la existencia del verde y de la manzana que cree que existen tal y como están sus representaciones en su propia mente. De hecho no recapacita sobre que haya representaciones en su propia mente sino que parece creer que el conocimiento o la percepción son actos inmediatos en los que la manzana verde esta "simplemente" ante nosotros. Creo tan difícil explicar esto a quien no lo haya comprendido por sí mismo como hablarle al ciego de la diferencia de colores.

12.3. Sin embargo el verde que veo, la figura de la manzana, su olor, son sensaciones que tengo en mi mente y que remiten si acaso como efectos a su causa a la manzana y sus cualidades. Espero también que esto no se entienda automáticamente como que existe un ser "manzana" y unas cualidades diferenciadas como cuasi-realidades con respecto al ser "manzana". La única posibilidad que tenemos de decir que el color verde de la manzana es algo en la manzana y no meramente en nosotros es la misma que nos hace pensar que existe la manzana, el árbol y el mundo en general: que son realidades independientes de nosotros como sujetos.

12.4. Desarrollaré este tema en otro lugar pero basta ahora decir que "verde" es mi sensación de color de algo, digamos, la hierba o el tapete de la mesa de billar. Decir que es algo objetivo equivale a decir que para cualquiera el color de la mesa de billar es similar al de la hierba y similar al de la manzana verde. Por eso llamamos verde a la manzana una vez que hemos definido que "verde" es el color de la hierba.

Alguien puede decir -y usted Raus lo objeta más adelante- que esto no es comprobable para un ciego a los colores. De hecho, todos conocemos algún daltónico que no diferencia el verde del rojo y quizá a veces piensa que lo estamos engañando. Sin embargo es bien fácil que lo compruebe.

12.5. Imaginemos que el daltónico nos somete a un experimento controlado: nos pide que recortemos unas cartulinas de color verde o rojo pero idénticas en forma y tamaño y que las numeremos por detrás. A continuación vamos diciendo el color de cada una junto a su número y las colocamos en una caja que controla nuestro amigo daltónico, quien ha apuntado los pares color/número en su cuaderno.

A continuación saca una cartulina viendo sólo él el número y nos pide que digamos el color. Si acertamos el color es obvio que la asociación color/número es real y que en la cartulina están tanto el número como el color, no meramente en nuestra imaginación. El mismo experimento lo realiza con varias personas que dicen ver el rojo y el verde y comprueba que aciertan. Él, en cambio, no es capaz de acertar la asociación color/número.

12.6. Es obvio que podríamos acertar por azar la mitad de las veces, pero una asociación real color/número haría que superáramos con facilidad el 50% de aciertos y que llegásemos sin duda al 100%. Hablar del color no es así referirnos a lo que cada uno tiene en su mente sino a la posibilidad de objetivar la causa de nuestras sensaciones en algo que está fuera de nosotros: la realidad y las cualidades reales.

12.7. Por el contrario, hablar de la mera sensación: de lo que unos y otros tenemos en la mente, sería referirnos a algo esencialmente subjetivo, es decir, en el sujeto que percibe, y no objetivo, es decir, en el objeto. Y ése es el caso de las valoraciones morales, tanto anteriores como posteriores a los hechos. Pero no perdamos de vista una cuestión fundamental: podemos decir que hay algo objetivo si es independiente de los observadores, pero lo que hay inmediatamente en los observadores será por necesidad subjetivo, es decir, que no pertenecerá a lo observado por ellos sino a su propio estado. Y sólo en ese sentido se podrá decir que es también algo objetivo, significando algo real, ya que la sensación, si es algo, lo es en el observador.

12.8. Supongamos un caso quizá obvio, aunque no lo sea tanto. Alguien afirma "las manzanas son deliciosas". ¿Diremos que "deliciosa" es algo tan real y existente en la manzana como "verde"? Se puede hacer un experimento como el anterior -y de hecho se hacen- sobre las llamadas propiedades organolépticas para encontrar qué es el sabor (aroma, en realidad) a manzana. Determinados compuestos químicos son los que causan en nosotros la sensación del aroma de la manzana y eso se puede determinar objetivamente, como el color de las cartulinas numeradas. Pero estamos determinando si "delicioso" es algo en la manzana y obviamente -o no tan obviamente- para saber si la manzana es deliciosa debe saber (oler) a manzana, pero no sabe a "delicioso".

Quiero decir que "delicioso" no es parte de la sensación que tenemos de la manzana. Pero, aunque lo fuera, si se muestra -como de hecho se muestra- que hay personas que no encuentran deliciosa esa fruta y que nosotros mismos podemos encontrarlas menos deliciosas después de haber comido -supongamos- más de tres kilos y medio de deliciosas manzanas, no podremos decir que podemos acoplar manzana/delicioso en un par objetivo por objetivable, sino que unas personas encontrarán delicioso lo que otras encuentran pasable y otras, detestable.


12.9. En el caso de los colores sólo tratábamos de saber si dos cosas supuestamente diferentes en su color lo eran de hecho para todos los observadores. El caso de que haya daltónicos no es una prueba contraria pues nos habla de la incapacidad de unas personas para ver determinados colores, es decir, algo de esas personas, no de los colores de las cosas. Si alguna persona no es capaz de diferenciar colores no es prueba contraria que el resto de la humanidad no sea capaz.

Imaginemos que nuestro primo Arturo dice diferenciar las cartas de la baraja boca abajo. Ponemos dos y nos dice sin dudar que son el tres de oros y el caballo de copas. ¡Y lo son! Al principio creeremos que se trata de una broma o que están marcadas sin que lo notemos. Vamos a un comercio y compramos una baraja nueva, le presentamos dos cartas boca abajo sin siquiera mirarlas nosotros y sin que las pueda manipular y acierta de qué cartas se trata. Y así en todos los casos.

Y no encontramos otra persona capaz de hacerlo en todo el mundo salvo nuestro primo Arturo. Pero no diremos que se trata de un invento sino de que nuestro primo tiene la capacidad pA de detectar cartas o que ellas tienen la cualidad pA detectable por personas dotadas para la percepción pA. Esto sería una prueba de percepción sensorial exótica (no me parece adecuado que se le llamara extra sensorial, salvo por referencia a los cinco sentidos). Después de todo, este caso no es tan diferente al de la fenil-tio-carbamida, con sabor amargo para algunos y neutro para el resto.

La diferencia, quizá, es que una sensación implica una representación consciente, tal como decimos sentir el calor, los olores o el sonido. Las cartas deberían tener aspecto pA de tres de bastos, por ejemplo, o producir una imagen pA sensorial de esa carta. Pero diríamos que se trata de algo objetivo en la carta. En cambio, "delicioso" es algo existente en nosotros, no en la manzana, un estado de disfrute, de agrado, que se añade a las sensaciones que llamamos aroma o sabor de manzana. Podríamos incluso decir que para mí, la sensación de "delicioso" se añade siempre a la de manzana, pero seguiría siendo, como la sensación de color en mi cerebro, algo que está de hecho en mí, no en la cosa.

12.10. Si hablamos meramente de apetencias, de que nos agrada hacer un regalo o ayudar a un ciego a cruzar una calle, frente a que otros son unos tacaños o egoístas, la situación sera idéntica. Un cumpleaños o un ciego son cosas perfectamente objetivables, y también lo son los hechos de regalar o ayudar, pero no la apetencia, que es algo, como el placer por las manzanas, que está en nosotros. Es obvio que al hablar de apetencias todo el mundo es relativista pues nadie diría que el malvado al que apetece maltratar a un niño en realidad padece mientras maltrata, pero que aun así lo hace, salvo que torture por obtener un rescate, en cuyo caso tampoco es que deseara torturar sino enriquecerse y con eso es con lo que verdaderamente disfruta.

Pero cualquiera diría que enriquecerse torturando a un niño es algo que le ocurre al malvado pero no a todo el mundo y menos al que adora a los niños. ¿Cómo explicar entonces que alguien realice una mala acción sin disfrutar de ella o de sus consecuencias? Eso no sería relativismo sino estupidez y absurdo.

12.11. Lo que cualquiera diría, relativista o no, es que el que tortura al niño, de cuyo secuestro pretende obtener dinero de rescate, pone el mal que causa por debajo en una escala de valores con respecto a su disfrute del dinero y que en eso consiste ser un malvado. Y que no todos somos malvados. Pero no que la malevolencia no existe y que la acción del secuestrador y torturador es inexplicable. De hecho se comprende perfectamente pero no se comparte sino que se condena.

12.12. La diferencia del relativista con los demás es que explica el acto malvado por las motivaciones del malvado y nuestro sentido de la justicia por nuestro sentido de la justicia. Y ahí se agota la cuestión, sin dejar espacio posible a algo como la "justicia intríseca" o la "maldad intrínseca de la cosa". ¿Qué es una injusticia sin algo injusto contra alguien? ¿Qué es la bondad sin algo bueno en favor de alguien?

Pongamos que tenemos una docena de manzanas y contamos: "una", "dos"... hasta "doce" unidades. ¿Y la docena? ¿Y las dos medias docenas, los tres grupos de cuatro y los cuatro de tres o seis de dos, donde están? En la docena no había más que doce unidades y, en el acto injusto o justo, el bien y el mal de unos individuos a favor o en contra de otros.

12.13. Y si todo es así ¿qué aporta el relativismo sobre filosofías -digamos- absolutistas? Lo mismo que en todos los casos sobre filosofías teológicas o metafísicas -y abusemos también de Comte ya que hemos abusado de Aristóteles- es decir: reducir los fenómenos a sus hechos constitutivos sin imaginar entidades abstractas por encima de los individuos y menos, entidades concretas pero sobre naturales por encima de todo.

El movimiento de los planetas no va dejar de tener lugar porque no haya un dios Marte o un dios Ra, ni porque no es el amor lo que mueve los cielos, ni porque toda cosa que se mueve no se mueva por otra. Pero los dioses y las ficciones platónicas o aristotélicas (al menos en su interpretación posterior, pues creo bastante más en el positivismo naturalista de Aristóteles que en el de sus seguidores) sobran y quedan las leyes de la Física.

En el caso de la moral, desaparecen por inútiles o por falta de comparecencia los dioses justos o malvados y entidades abstractas como la "justicia" o el "bien", y desaparecen, como la "docena" una vez agotadas las unidades, porque no son entidades aparte sino entes de razón que explican los fenómenos o no los explican, pero ni los suplen ni los suplantan. Lo que queda es el comportamiento egoísta o altruista, el poner el bien de unos sobre el de otros y el hacer del bien propio, del de los amigos o del de la sociedad el fin último al que se subordinan otros bienes y males que entran en el cálculo del bien total, como las unidades en la docena. Recordemos que hablamos de positivismo en las ciencias.

12.14. Hablaremos de la moral como de todo otro fenómeno: como regularidades de los individuos sin "extracorporeizar" esas regularidades o substancializarlas de ninguna manera. Por eso, por referirnos a regularidades de unos individuos realmente efectivos con sus distintas posibilidades es por lo que toda acción, toda valoración, toda regla debe ser atribuida a los individuos que la siguen o practican, sin que quede flotando en el vacío.






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