jueves, 26 de marzo de 2009

Respuestas 13. RAZONES CONTRA EL RELATIVISMO MORAL

UN MATRIMONIO MAL AVENIDO.



Es una gran ironía pretender matrimoniar relativismo moral y darwinismo, o creer que son compatibles. Steven Pinker, el gran psicólogo evolucionista, nos explica en su brillante “La Tabla Rasa” que, en efecto, todos los seres humanos compartimos una naturaleza determinada, férrea, más allá de la diversidad y condicionamientos culturales. Una naturaleza común que, según Pinker, explica por qué los adelantos científicos de Occidente están siendo acogidos de mil amores por cualesquiera culturas de este mundo, incluso las más cerradas. Por supuesto, es de sentido común: todo el mundo desea verse libre de miserias, hambre, terror, represalias, injusticias... Y todo el mundo adora tener luz, agua corriente, medios de comunicación modernos, medicina avanzada, cirugía eficaz, buenos medios de transporte…


Nos dice Pinker: “En muchos lugares se abortan selectivamente los fetos femeninos, se mata a las niñas recién nacidas, se mal nutre a las hijas y se les priva de escuela, se practica la ablación a las adolescentes, a las jóvenes se les cubre de la cabeza a los pies, se lapida a las adúlteras y se espera de las viudas que se inmolen en la pira de sus difuntos maridos. El clima relativista de muchos círculos académicos no permite que se critiquen estos horrores porque son prácticas de otras culturas, y las culturas son unos superorganismos que, como las personas, tienen unos derechos inalienables.”


Richard Dawkins dice de Pinker: “Pinker es un pensador soberbio y un escritor brillante. El mundo de la ciencia es afortunado por poder disfrutar de su obra”. Si, bueno, pero quizá Dawkins no comulgue con Pinker en la crítica que hace al relativismo moral. ¿Será así? Pues no, parece que Dawkins dice exactamente lo mismo que Pinker en su magnífico “El espejismo de Dios”:


“Es la fuente de conflictos internos en las mentes de agradables personas liberales que, por un lado, no pueden aguantar la crueldad y el sufrimiento, pero, por otro, han sido entrenados por los relativistas y posmodernos para respetar a las culturas ajenas en el mismo grado que la propia. La mutilación genital femenina (a veces llamada circuncisión) es indudablemente dolorosa en grado extremo, sabotea el placer sexual de las mujeres (en efecto, ése es probablemente el propósito subyacente), y la mitad de la mente liberal quiere abolir la práctica. Sin embargo, la otra mitad “respeta” las culturas étnicas y siente que no deberíamos interferir si “ellos” quieren mutilar a “sus” chicas. Por supuesto, la cuestión es que “sus” chicas son realmente las chicas de las propias chicas, y no deberían ignorarse sus deseos…”


Dawkins sigue expresando su asco por ese relativismo cultural y moral en diversas páginas, como cuando afirma (y aquí hablo de memoria) que quizá no hay nada más lamentable en este mundo que ver a una mujer atrapada en un burka.


Alan Sokal y Brickmont, en su excelente “Imposturas intelectuales” cargan contra el relativismo epistémico, pero también contra el moral. Nos cuentan el caso de un político indio al que le advirtieron de que sus dificultades desaparecerían si entraba en su oficina por una puerta orientada hacia oriente. Ese acceso estaba bloqueado por una barriada de chabolas. El político mandó derribarla.


Al contar esta historia a partidarios del constructivismo social de Estados Unidos contestaron que “meter en un mismo costal dos descripciones tan diferentes del espacio, estando las dos, como están, vinculadas a distintas culturas, es una acción progresista en sí misma, pues entonces ninguna de ellas puede aspirar a la verdad absoluta y, de este modo, la tradición acabará perdiendo el control que ahora posee sobre la mentalidad de la gente (Nanda, 1997, pág. 82)


Sokal y Bricmont dicen al respecto: “El problema con este tipo de respuestas es que hay que hacer elecciones prácticas: ¿qué fármaco hay que utilizar o en qué sentido conviene orientar las viviendas? En estos casos, el laxismo teórico se hace insostenible. El resultado es que los intelectuales caen en la hipocresía de emplear la ciencia “occidental” si es indispensable (por ejemplo, cuando están gravemente enfermos), mientras recomiendan al pueblo que se confíe a las supersticiones. (pág. 110 y 111 de Imposturas intelectuales. Paidós)


Si estoy equivocado, lo estoy a la manera de Pinker, Dawkins, Sokal y Britmont, entre otros muchos.



36.1. Estimado Raus. Si usted dice que "es una gran ironía pretender matrimoniar relativismo moral y darwinismo, o creer que son compatibles" nuestras ideas acerca de lo que son el relativismo moral y el darwinismo difieren bastante. El darwinismo es la explicación del cambio de las especies vivas a lo largo del tiempo, de su distribución en distintos lugares y de sus relaciones como resultado de dos factores: la aparición al azar de nuevas características y la extensión de éstas por la mayor o menor presión de selección del ambiente. Por lo tanto, lo incompatible con el darwinismo sería una única naturaleza humana, idéntica en todos los seres humanos y fundamento de la moralidad. Pero de esa variación al azar de las cualidades de todo ser vivo se puede esperar diversas formas de sentir y de juzgar los problemas morales. Por otra parte, el relativismo no incluye, a mi juicio, otra constatación que la de que no hay otras reglas de comportamiento que las de los individuos y que éstas serán, por necesidad, relativas a sus naturalezas y circunstancias.

Naturalmente compartimos muchas cosas entre todos los seres humanos. Por ejemplo, que en general nuestro comportamiento tiende a preservar nuestra vida e integridad. Pero lo que hace al relativismo ser relativismo es que cada ser humano entiende eso desde sus propios criterios sin que haya ni pueda haber otro criterio superior. Dice usted que todo el mundo desea verse libre de los males -digamos lo que le priva de su vida o bienestar- y que adora gozar los bienes -lo que mantiene o incrementa su vida y bienestar- en todo tiempo y lugar. Y que esto no es relativo a las diferentes sociedades.

Pero ¿por qué habría de serlo? ¿Acaso las sociedades son un sujeto unitario que tenga fines propios? Será relativo a individuos que tengan, como mucho, deseos o intereses similares o paralelos a los de otros individuos y que por ello precisamente formen parte de sociedades o clases dentro de esas sociedades.

36.2. Cita usted a continuación la crítica de Pinker contra quienes creen admisible que en otras culturas tengan valoraciones morales contrarias a las nuestras y tanto Pinker como usted aluden a que en cualquier sociedad los individuos que sufren males los ven como males. Coincido con usted en esa crítica pues por mucho que los individuos o grupos que dirigen una sociedad o que forman su parte más significativa elaboren un discurso aparentemente social, en realidad pueden estar defendiendo sus intereses contra los del resto de la sociedad.

Esto es obvio, amigo mío, y es poco coherente con que todos los seres humanos sigan una misma regla moral, salvo que se diga que es la de sus propias decisiones e intereses individuales y de compromiso con un grupo, que es la afirmación relativista. En todas las culturas suficientemente complejas para dar lugar a sociedades segmentadas en diferentes clases se dan las oposiciones entre los individuos de estas clases y, en general, se dan entre diferentes individuos. No es extraño que grupos de ideología religiosa impongan sus normas, que los fuertes se las impongan a los débiles y que eso se traduzca en discriminación por edad, sexo, familia, riqueza u otros factores. Así que los que se niegan a criticar en otras sociedades lo que criticarían en la suya no están asumiendo un relativismo ético sino los discursos o los intereses de dominantes en esas sociedades, que en su ejemplo son los de quienes maltratan a sus mujeres o a sus adolescentes.

36.3. Cuando en sus siguientes párrafos usted, Raus, recoge la similitud del pensamiento de Dawkins con el de Pinker -cosa totalmente esperable- cree que apoya su tesis de que darwinismo -la tesis de Dawkins- y relativismo -eso que usted denuncia como relativismo cultural- son incompatibles. Y lo son, no por el darwinismo sino por un mínimo sentido común y conocimiento del ser humano. Sin embargo, ni usted ni nadie va a negar que la postura de quienes someten a sus chicas adolescentes a la ablación genital o a otras barbaridades sostienen algo que es incompatible con lo que las chicas maltratadas desean. Y ese es un caso extremo. Lo que se discute no es eso sino dos cosas a mi juicio: la primera, que cada individuo actúa y juzga por sus valores, intereses y creencias, cosa que es obvia si unos actúan contra los intereses de otros, como en los casos que cita; la segunda, que en circunstancias diferentes se pueden tener creencias, valores e intereses diferentes incluso dado el hecho cierto de que cada uno desea el bien para sí y para las personas que ama.

36.4. Tomemos el ejemplo del político indio. El hecho de que sus creencias supersticiosas le hicieran desear derribar la barriada de chabolas es lo de menos. Con toda seguridad sabía que ésas eran las únicas viviendas de las gentes que las habitaban y no les proporcionó otras nuevas ni les compensó de ninguna manera. Las creencias erróneas son irrelevantes pues podría haber creído algo cierto como que le apetecían unos nuevos accesos o mejores medidas de seguridad. Lo importante es que hubo un daño real a los habitantes de las chabolas y que el político conocía que causaba ese daño.

Hay un conflicto de intereses y de deseos a no ser que se nos diga que toda la población de la zona creía que la situación de la entrada era importante para todos y estaba conforme con la demolición, incluyendo naturalmente a los habitantes del barrio demolido y que éstos fueran compensados suficientemente o se sintieran como si lo hubieran sido. En ese caso podríamos decir que una superstición causaba daños a todos lo que creían en ella. Un segundo caso podría ser que el político no lo creyera y usara la superstición popular para mejorar el entorno de su oficina. Un tercero, que todos lo crean y que sin embargo al político le importe más su bienestar y a los habitantes de las chabolas, el suyo. Y éste es el caso que describe y explica el relativismo moral: cada uno mira por sus intereses y decide según sus propios fines. No hay un fin superior a no ser que todos deseen el mismo fin como sociedad y subordinen parte de sus deseos y fines a un fin colectivo que revierta en una mejora para ellos en otra cosa y de tal manera que compense lo que pierden.






1 comentario:

Unknown dijo...

El relativismo, en general, todo tipo de relativismo es un GRAN PELIGRO para la humanidad:

Hablar de relativismo ético, que rechaza la idea de un código moral o ético y por lo tanto de los derechos universales y obligaciones universales tales como el respeto, la tolerancia, etc.,

Si alguien abraza a tal creencia, que está permitiendo la idea de "etnocentrismo", al mismo tiempo, (sí) y teniendo en cuenta cualquier etnocentrismo cultural como "válido" o "igual" ...

permítanme explicar: teniendo en cuenta el ejemplo del Ku Klux Klan, este grupo se define como "la única organización dedicada a la preservación de la cultura blanca".

El relativismo moral niega la existencia de una moral obejtiva "buena", es decir Si para el Ku Klux Klan, es "bueno" matar, perseguir y asesinar a los negros, a fin de preservar su "cultura blanca", entonces, aunque para la gente negra estos actos son malos, el relativismo moral nos dice que esto "no es" malo en absoluto, y que "es válido" si está "bien" para la "cultutra blanca" del Ku Klux Klan.

Piense en el caso de la cultura musulmana en el medio-oeste, por ejemplo, si para ellos la violencia contra las mujeres es "buena" y "permitida" para los maridos, y si los asesinatos contra contra Judios y Cristianos son "buenos" a fin de preservar la ideología del Islam y el Corán, el relativismo cultural dice que es "válido" y que no es "malo", porque su cultura musulmana lo toma en cuenta como algo "bueno".

El relativismo es sólamente justificar la prática deL MAL, diciendo que no es realmente "mal" para aquellos que lo hacen, y por tanto "es válido".


No me extrala que el relativismo esté tan de moda en las élites políticas.